Josué 3:5 «Entonces Josué dijo al pueblo: Consagraos, porque mañana el SEÑOR hará maravillas entre vosotros”
Josué está dando instrucciones al pueblo de Israel que se preparen porque al dìa siguiente pasarán a tomar su herencia. Su tierra prometida por Dios desde hace cuarenta años que salieron de Egipto.
En ese periplo han sucedido muchas cosas. Reclamos, insatisfacciones, amenazas de tirar piedras, chismes, consejos y lo màs doloroso, muertes. Toda la generación que salió a la libertad que Moisés los iba llevando quedaron postrados en las arenas calcinantes del desierto.
Esa generación no le creyó ni a Dios ni a su líder. Se cansaron de esperar. Se cansaron de soñar y de terminar con fe el camino que habían emprendido. No supieron valorar el sacrificio que hicieron sus libertadores para llevarlos a la leche y la miel.
Pero se ha levantado una nueva generación. Y ahora están esperando a la orilla del río Jordan. A pesar de la duda y los conflictos, hay una generación que sí quiere entrar. Quieren probar que el Poder de Dios y la guianza de Josué les llevará al lugar que sus padres no quisieron heredar.
Tres dìas esperando la orden de su guía. Tres dìas esperando que el rio descendiera para poder pasar al otro lado. Pero el rio no baja su caudal. Tienen que arriesgarse a salir del desierto y entrar a su nueva tierra. No hay opciones ni pasos ciegos para pasar seguros. Tienen que presenciar un nuevo milagro de parte del Señor que los iba a introducir por medio de Josué.
Entonces Josué dijo al pueblo: Consagraos. Lo curioso del caso es que no les dijo: “afilen sus espadas. Limpien sus cuchillos. Aceiten sus escudos. Preparen sus armas” No. Lo que les dijo es algo que nos golpea el corazón: Consàgrense. Apártense de toda contaminación. Preparense espiritualmente. Oren y busquen al Señor. Lean la Palabra de Dios. Olvídense de las cosas del mundo. Consàgrense. Porque vamos a pasar al otro lado.
Ahora vengamos a la actualidad. ¿Qué estamos preparando en nuestros corazones para salir de este encierro? ¿Qué estamos haciendo en nuestras almas, en nuestros espíritus y vidas interiores para cuando esto termine y nos digan que ya podemos salir?
Quizá algunos estarán preparando sus celulares para volver a llamar a sus amantes. Los jóvenes quizá se están preparando para volver a sus cervecerías. Quizá guardando sus tarjetas de crédito que papi paga para alquilar películas pornogràficas. O quizá la mami está preparando sus shorts y blusas de marca para volver a sus gimnasios. O preparando sus minifaldas para salir a lucir su cuerpo.
Espero que muchos pastores nos estemos preparando en santidad para volver a nuestros templos y no repetir lo errores que hemos cometido. Que estos dìas nos ayuden a consagrarnos para cuando todo esto pase y tomemos nuestra herencia en Cristo Jesus.
Estos han sido dìas para hacer un inventario de quién soy en realidad. Qué cambios necesito hacer en mi carácter, en mi trato hacia mi esposa, mi congregación. Mis hermanos. Qué tanto estoy adorando al Señor sin que el grupo de alabanza me ayude con sus instrumentos.
Esta cuarentena me tiene que servir para darme cuenta que la intimidad con Dios no es en un edificio bonito, delante de las personas, tomados de las manos y cerrando los ojos para que todos me vean. Esta cuarentena me tiene que servir para aprender a ser lo que el Señor siempre me ha pedido. Que me consagre. Que lo busque en espíritu y en verdad. No para que me vean los demás, sino para que me vea Èl que es lo que realmente importa.
SOLI DEO GLORIA