En tiempos de pandemia cobra mayor auge la frase «se hizo viral», usada en redes sociales para referirse a la enorme popularidad que pudo haber adquirido determinado contenido, difundiéndose ampliamente por todo el ciberespacio.
Así como el coronavirus se ha propagado de persona a persona por TODO el mundo, afectando prácticamente a TODAS las naciones, trayendo muerte, dolor y tristeza… Dios quiere que su evangelio se propague en TODAS las naciones de la tierra, alcanzando CADA RINCÓN de este planeta, trayendo vida, salvación y restauración.
«Serán benditas en ti, TODAS las familias de la tierra.»
Al igual que el virus, el evangelio se transmite de persona a persona. Cuando alguien anda infectado presenta fiebre; así el que ha creído el evangelio tiene un fuego que arde en su alma, de pasión por Jesús y su Palabra.
La persona infectada contagia a otros cuando abre su boca para toser o estornudar; el resultado es enfermedad y muerte. Así también el creyente debe abrir su boca para «contagiar» a otros con el evangelio; la diferencia es que este traerá «sanidad y medicina», vida y paz que sólo Cristo puede dar.
En el caso del contagiado, debe usar una mascarilla para no contagiar a los demás; para el creyente es al revés: el Espíritu ha abierto su boca, la ha purificado con un carbón encendido, ha cambiado su corazón para que hable palabras de salvación.
El contagiado se debe aislar de los demás; pero el creyente es llamado a congregarse con otros (cuando pase la Pandemia) y rodearse de personas a las que pueda transmitirles el evangelio.
Aparentemente todavía no hay una cura definitiva para el Coronavirus. Pero Cristo y su Evangelio curan algo peor que una enfermedad física: remedian el pecado y la muerte espiritual, trayendo a la humanidad vida, salvación, sanidad y restauración por medio de Cristo.
¡Háblale a alguien hoy mismo de Jesús! Hagamos «viral» el Evangelio.