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martes, noviembre 26, 2024

¡Auxilio! No puedo más con este problema

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¿Con qué estas luchando? Estas luchando con una mentira, con un pecado, con una persona, con un conflicto familiar? A lo largo de nuestras vidas, tenemos que enfrentarnos a muchas luchas y batallas; sin importar la edad que tenemos, la condición social, la educación, estado civil o cualquier otro argumento; todos luchamos por algo. Pero sumado a esto, vivimos en una sociedad llena de máscaras, en donde nos acostumbramos a fingir que estamos bien y que todo va bien y que no necesitamos ayuda, que no pecamos, que no fallamos, que tenemos el control de nuestra vida, que no dejamos que nadie se meta en nuestra vida porque es mi problema, es mi vida y es mi situación y yo lo tengo bajo control. Reimos y mostramos una apariencia falsa ante el mundo, sobre todo en redes sociales, pero cuando estamos solos lloramos, nos desplomamos, reconocemos nuestras fallas y nos da vergüenza lo que hemos hecho y dicho. El problema de vivir con mascaras es que las heridas escondidas y tapadas se pudren y nos infestamos emocional y espiritualmente, y llegamos a un punto de decir “no vale la pena seguir” “esto no tiene solución” “me doy por vencida” y prefieren elegir el mundo, el pecado, porque no fueron honestos en decir “NO PUEDO CON ESTO”

La biblia nos habla de un personaje que por una mala decisión llego a tocar el fondo mas profundo que pudo tocar.  Lucas 15:11 – 24  nos narra la historia del hijo pródigo. Este joven después de ser hijo, tener prestigio, autoridad, alimento y otros beneficios, paso a ser uno mas que se alimentaba con los cerdos y todo por una mala decisión. ¿Cuántas de nosotras pasamos de ser hijos comiendo en banquetes terminamos en el lodo comiendo con los cerdos? Lo peor, es que creemos que eso está bien, bajo la bandera de “estoy viviendo mi vida.

Cuando estamos en medio de una lucha del tipo que sea, si no somos honestos con nosotros mismos y con Dios, empezamos a confiar en nuestra propia prudencia y tristemente eso nos lleva a terminar comiendo con los cerdos, porque dejamos que la duda, la amargura, el miedo, la desobediencia llenen nuestros corazones. Empezamos a buscar las soluciones bajo nuestra propia perspectiva y sabiduría, pero terminamos peor. El hijo prodigo lo había perdido todo, pero en lugar de reconocer su error decidió buscar trabajo y termino peor.

Ante esas heridas que usted tiene, ¿Cuántas veces usted ha querido solucionar su problema a su manera? El orgullo, la prepotencia y la altivez no permite que salgamos adelante; el primer paso es reconocer nuestra condición, nuestra falla, nuestro problema. El segundo paso es arrepentirnos de nuestros pecados especialmente por nuestra falta de fe y rebeldía a la palabra de Dios y creer que en mis fuerzas voy a solucionar mis problemas. Reconocer humildemente ante Dios que le necesitamos y que necesitamos urgentemente de su intervención divina en nuestras vidas. Y en tercer lugar debemos accionar, alejarnos del lodo y de los cerdos en donde habíamos estado y movernos hacia la dirección correcta, la fuente correcta. Pero también, pedir perdón a aquellos a quienes hemos ofendido.

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