Números 21:7 “Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado, porque hemos hablado contra el SEÑOR y contra ti; intercede con el SEÑOR para que quite las serpientes de entre nosotros. Y Moisés intercedió por el pueblo”
Bueno, vamos a ser francos. Vamos a sincerarnos dentro de nosotros mismos. La mayoría de las veces queremos que Dios haga las cosas como a nosotros nos gustaría. No nos agrada su forma de tratar con nuestras zonas oscuras. Queremos seguir viviendo la vida como a nosotros se nos antoja y queremos dejar de lado Su perfecta Voluntad. Dios, mis queridos lectores, no pone curitas en las llagas de nuestra alma. No pone pomadas para sanarnos. Eso agravaría el mal que hay dentro de nosotros y nos causaría la muerte.
¿Se imaginan un doctor que en vez de poner un tratamiento de radio a un canceroso le pusiera un ungüento? ¿O que un cardiólogo recomiende un Tylenol a su paciente para que le baje la presión arterial alta que lo está matando? Mucho menos nuestro Dios que es Perfecto y nos ama no nos dejará morir de angustia o de culpa. A menos, claro está, que usted así lo quiera.
El pueblo de Israel ha murmurado -¡otra vez!-, en el desierto. Este pueblo no se cansaba de murmurar contra Dios y contra su líder. Creo que hay mucho parecido entre ellos y nosotros, ¿no cree?. Bueno, la historia sigue diciendo que ellos murmuraron porque ya estaban cansados de comer lo mismo. Fueron desagradecidos. En vez de dar gracias por el pan de cada dìa, aunque fueran los mismos frijoles de ayer, aunque fueran los mismos guisquiles cocidos, se impacientaron y abrieron su boca con insolencia. Dios no se quedó quieto. Ni se hizo de oídos sordos. Envió serpientes venenosas para que los mordieran y un buen poco de gente empezó a morir por el veneno.
Cuando se dieron cuenta del cobro que les había llegado, fueron a hablar con su líder. Ahora sí, Moisés, necesitamos que hables con Dios y que nos ayude en este problema que nos hemos metido. Exactamente como hacen muchos cristianos hoy en dìa. Cuando están con el agua al cuello piden ayuda. Es lo que hace la señorita que ya que está embarazada y el novio no se quiere casar busca la ayuda del pastor. O cuando el diácono infiel ya perdió a la esposa empieza a buscar el consejo del pastor. Así este pueblo de Israel buscó a Moisés. Y, claro, su líder que era todo paciencia, habló con Dios. Por favor Señor, ayúdalos. Pobrecitos, no saben qué hacer. Se metieron en problemas y ahora se están muriendo.
Y Dios dijo no. Tengo que enseñarles a no ser murmuradores. Tengo que enseñarles a dar gracias por lo que les doy. Otros pueblos no tienen que comer y ellos se quejan de mi comida. Tengo que darles una lección que les ayude a aprender a ser agradecidos. Y sobre todo, que sepan que mis Planes son mejores que los de ellos. ¿Sabes qué Moises? Hazte una serpiente de bronce y la cuelgas en un asta y que todos los que la miren serán sanados. Ese serà su castigo. ¿Solo que la miren, Señor? Solo que la miren, Moisés. Que no la toquen, que no le hablen, que no se arrodillen. Solo que la vean. El Señor rompió los paradigmas humanos. Solo con ver la serpiente iban a ser sanados. Algunos de ellos indudablemente se cuestionaron y no lo hicieron. No creyeron que con solo mirar la serpiente de bronce iba a suceder un milagro. Lógica consecuencia: murieron. No quisieron obedecer.
Bueno, pero el colmo de lo que quiero compartirles no es eso. Ellos le piden algo que si usted es un buen lector, ya habrá visto en el verso. Le daré una mano: Ellos le piden a Moisés que le pida al Señor QUE QUITE LAS SERPIENTES. ¿Se dan cuenta? Aun quieren manejar la Voluntad de Dios. Todavía, a pesar que se están muriendo, quieren darle órdenes al Dios Todopoderoso. ¿Nos parecemos en algo a ellos? ¡En mucho!.
Bueno, vamos al nivel Sod: Dios no va a quitar el cigarro del mundo para que usted ya no fume, mi querido diácono. No va a quitar a todas las mujeres para que usted ya no sea sinverguenza y adúltero mi querido pastor. Dios no va a quitar las minifaldas del mercado mi respetable diaconisa. Tampoco va a quitar a los tatuadores mis jóvenes cristianos. Tampoco la universidad ni el colegio ni el noviazgo. Esas son las serpientes que siempre estarán con nosotros. Pero Dios ya dio la solución: En el Madero, en un monte llamado Gòlgota colgó a Alguien a quien con solo mirarlo con fe, nos puede salvar del veneno que nos quiere inocular la serpiente. ¿No quiere morir por el veneno del pecado? Mire al que fue colgado en el asta y que ha resucitado para darnos vida, y vida en abundancia. Solo eso. Mirarlo con fe. Èl verà su sediento corazón y quitará el veneno mortal que lo está consumiendo.
SOLI DEO GLORIA