Entonces, en última instancia: ¿Que es la fe?
En el Evangelio hay un joven que hizo una pregunta muy interesante que hasta el dìa de hoy sigue resonando en muchos oídos. Fue una pregunta que para este joven fue imposible de responder. Tenía mucho y al final tuvo poco.
La pregunta del joven fue: “¿que me falta?” Se la refrescaré. Un dìa fue a visitar a Jesus y le hizo esta pregunta: ¿Qué me falta para heredar el Reino de Dios? Jesu le dio los primeros pasos. “Cumple los mandamientos”. ¿Cuales? Y Jesus le dio una pequeña lista. Èl responde: “Todo eso lo he cumplido”. ¿Que me falta? Entonces Jesus le dio el mandamiento màs difícil de cumplir. “Deja lo que tienes, dalo a los pobres, comparte con otros y después de haberlo hecho, sígueme, toma tu cruz y vente conmigo”. El muchacho se fue triste. De nada le valieron que se supiera los coros de memoria. Que guardara todos los videos de los pastores que escuchaba predicar. De nada le sirvieron todas las versiones de las Biblias que tenía en su biblioteca. De nada le sirvió su doctorado ni su maestría. De nada. Un solo mandamiento que no pudo cumplir marcó la diferencia entre el cielo y el infierno.
Quizá, como muchos evangélicos de hoy, al joven le hubiera gustado que Jesus le dijera: “Guarda en el banco tu dinero, cuida tu televisor plasma, protege con un seguro tus tarjetas de crédito, lava y encera cada semana tu vehículo, sigue con tu cigarro cada vez que vas al baño, sigue con tus aburridas oraciones de un minuto a la hora de parar en el semáforo, al que te da un golpe, tú dale dos, no compartas con nadie porque todo te ha costado tu sudor, sigue dependiendo del amor de tus hijos o parientes; y después de haber hecho todo esto… sígueme. No tomes tu cruz, yo lo haré por ti. Vente conmigo y disfrutemos la vida loca en comunión con otros como tú. ¿Seremos nosotros uno de ellos?
Entonces, en última instancia -mis amables lectores-, la fe es dejar todo y seguir a Jesus. Y al decir todo, es todo. Y que Èl se encargue de todo lo concerniente a mi vida. Que dice, ¿nos atrevemos?
Porque la mentira màs grande que la iglesia le ha vendido a sus miembros es que pueden ser seguidores de Jesus pero sin soltar -como los monos-, lo que tienen agarrado en la otra mano. El arado, señores, no se puede manejar solo con una mano. Se necesitan las dos para mantener el equilibrio y seguir la lìnea recta del surco. De lo contrario, el campo serà un desastre.
Muchos siervos de Dios no lo son. No se engañen, mis queridos compañeros de ministerio. Muchos son siervos de los hombres porque les predican lo que ellos quieren oír. No les ponen los desafíos que la Palabra nos exige. Les enseñan un evangelio de suma solamente y nunca de resta. Sume màs bendiciones, sume màs casas, mas carros, màs dinero, màs prestigio y màs fama. ¿Y que dan a cambio? ¿Santidad? ¡Ya va, pastor Berges! ¿Está dejando sus vicios? ¿adulterios y fornicaciones? ¿Su lenguaje lleno de obsenidades?
Porque la fe, nuevamente lo repito, es dejar todo para seguir al que dejó su Trono para venir a la tierra. “Ejemplo os he dado” dijo Jesus. Y si Èl fue capaz y valiente para dejar su lugar en el Cielo para hacerse hombre y caminar en el polvo de la tierra, ¿por qué la iglesia no está enseñando eso a sus miembros? ¿Por que no se les está enseñando a los jóvenes a que caminen en pureza sino que se les tolera sus pecados “juveniles”? Bueno, yo no sabìa que había pecados juveniles y de los otros.
La fe se necesita para todo. El joven de la historia no pudo cumplir un solo mandamiento que Jesus le puso en la mesa. Creyó que su religión lo eximía de lo que es el precio que Jesus exige para todos los que queramos ser sus seguidores. Nadie puede servir a dos amos. El joven, por lo menos, fue sincero. Èl ya tenía un amo y no estaba dispuesto a dejar de servirlo por seguir a Otro màs hermoso y Eterno. Como se dice comúnmente, se la perdió. Totalmente. Pero también está el otro tipo de cristiano que quiere seguir el Camino con sus propias normas y estilos de vida. No, lo lamento. Jesus es Dios y es Santo y los que se acerquen a Èl tienen que ser santos. Si no, no hay negocio.
SOLI DEO GLORIA