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martes, noviembre 26, 2024

¿Tú qué crees?

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Eze. 37:3 “Y El me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y yo respondí: Señor DIOS, tú lo sabes.  Entonces me dijo: Profetiza sobre estos huesos, y diles: «Huesos secos, oíd la palabra del SEÑOR”

A veces el Señor nos sorprende haciéndonos preguntas que para nuestro nivel de conocimiento a veces es difícil de responder.  Pero a Èl le gusta preguntarnos para sorprendernos y hacer los milagros que quiere hacer no solo en nuestras vidas pero también en aquellos a quienes quiere bendecir.  Aunque nosotros no estemos muy seguros de poderlo hacer.

A un hombre, Jesus le preguntò: ¿Tù crees que puedo? Estaba viendo a su hijo arrastrado por los demonios y Xenia que dar respuesta a la pregunta. Solo alcanzó a responder: Ayùdame a creer. Porque dentro de todos nosotros, aunque seamos hombres y mujeres de fe, hay un espacio vacío que necesita ser llenado por la Fe de Jesus. Ese es el misterio del diezmo. Nosotros le damos un diez por ciento y nos quedamos con noventa. Y muchos fallan en no poner su fe en la Fe de Jesus de que con esos noventa saldremos adelante. Porque su Palabra dice que Èl aumentará nuestra sementera. Es decir: aunque ganemos mucho, siempre habrá una necesidad que no podremos suplir. ¿Como es eso? Fácil de entender: Aumentan los bienes, aumentan los consumidores. Mientras usted gana màs, necesitará màs. Eso es lo que Dios quiere hacer. Darle para ese vacío que usted no puede llenar. Así son las finanzas del Cielo, lo crea o no. Pero volvamos a Ezequiel:

“Oye, Ezequiel, ¿Vivirán estos huesos secos? ¿Serà posible, Ezequiel que lo que ya está seco, sin carne y sin nada pueda volver a vivir? ¿Tù que dice, Ezequiel?  Y el profeta le responde, Señor, tú lo sabes.  Tù sabes que para ti todo es posible. Y si quieres usarme para darle vida a esos huesos secos, solo dime qué quieres que haga. Y la respuesta Divina es: Profetiza sobre ellos”

Y, como me gusta enseñar, vengamos a nuestras vidas: Oye, fulano, ¿tú crees que puedo convertir a tu hijo rebelde en uno de mis siervos?  Depende de lo que fulano responda, así serà el milagro. Si usted es ese “fulano” que no cree en el Poder de Dios para transformar lo seco en algo vivo, usted podrá decir, por ejemplo: No creo, Señor. Ya le he puesto coritos en la radio, lo he llevado a la iglesia, le he dado para su ejercicio de fe pero no hay nada que lo convenza. Ese costal de huesos que es mi hijo o mi hija ya no tiene remedio. Bueno, así serán las cosas.

Dios nos pregunta si creemos que Èl puede ser tan Poderoso como para dar vida a sus finanzas secas. A su refri que ya se está secando. A su salud que amenaza con dejarla en los puros huesos. O a su matrimonio que ya no tiene nada de vida. O a su vida espiritual que se ha secado. Todo lo que Dios toque tendrá vida. ¿Y nosotros qué debemos hacer? Ah, lo màs fácil pero también lo màs difícil de hacer: Profetizar. Hablar la Palabra de Fe. Hablarle a “eso” que se ha secado y ordenarle que en el Nombre del Señor vuelva a vivir. Eso es todo.

Tengo la bendición de haber sido pastoreado por un hombre de fe. En mis inicios en este caminar me enseñò a confesar la Palabra. Y conforme fui creciendo, la misma Palabra me fue llevando por los senderos de la creencia en ella. Encontré por ejemplo el verso que dice: Creí, por tanto hablé. Eso lo dijo el Apóstol.  Me adueñe de esa confesión y mi vida ha visto milagros en muchos niveles. A partir de allí, le he hablado a todos los huesos secos que he encontrado en mi camino. Yo he confesado que mi congregación es cuna de valientes. Valientes en creerle al Señor. Valientes en enfrentar los retos de la vida con coraje y valor. Valientes para casarse y creer que todo saldrá bien, valientes las mujeres que desean tener un hijo a sabiendas que los tiempos son difíciles pero que siempre habrá leche y pan para su bebe.

Ezequiel no fue enviado a orar. No lo mandó el Señor a hacer vigilias de oraciòn ni ayunos de varios dìas para que esos huesos volvieran a tener vida. Solo le dijo: ¡Profetiza, hijo de hombre! Háblale a esos huesos.  Y lo mismo nos dice a nosotros. Háblele a ese cáncer. Háblele a ese espíritu de rebeldía, a esa hueste de pobreza, a la harina y al aceite. Hable, profetice y no tenga miedo de hacerlo, deje que la Palabra de fe corra y haga lo que tiene que hacer.

SOLI DEO GLORIA

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