Si usted ha escuchado a alguien decir: “Usted viva como crea mejor, déjeme a mi vivir mi vida”, debo decirle que tiene que alejarse de ese tipo de pensamiento, le pueden hacer daño a sus convicciones y reglas morales. Ellos tienen razón: déjelos vivir su vida.
Para ese tipo de filosofía no existe maldad en ciertas cosas que nosotros llamamos pecados. Esa es la razón por la que sienten que son libres para ser homosexuales, o disfrutar de la pornografìa, pues no existe nada malo en seguir sus gustos personales y admirar la belleza del cuerpo humano. Pero para quienes creemos que existe un Dios que piensa mejor que nosotros y que tiene estándares morales màs altos que los nuestros, es esencial que determinemos tener un serio compromiso con Dios y sus valores divinos.
Los que creemos en Dios y sus valores, creemos que Dios es nuestra máxima autoridad y que ha dejado principios y normas que no cambian ni en las diferentes culturas, ni en los distintos países. Creemos que ese Dios que estableció esos valores, es el mismo con el paso de los tiempos y exige que vivamos sometidos a los mismos valores en cualquier época.
Esta escuela de pensamiento, entonces, no permite creer ni obedecer a las nuevas corrientes morales que el mundo quiere implantar en nuestra juventud. Como familias cristianas bien enseñadas en la Palabra de Dios y conociendo al Dios Verdadero, el que nos hizo para su Gloria, no se nos permite seguir las corrientes del mundo actual aduciendo que los tiempos han cambiado, por lo tanto, nuestros hijos o nietos tienen todo el derecho de vivir como quieran y no como dice Dios. Lo lamento, no puedo aceptar ese tipo de pensamiento, porque creo que Dios es el mismo de ayer, hoy y siempre. Èl no cambia y sus mandamientos tampoco. Si usted quiere contradecirme en esto, por favor busque en la Biblia un solo mandamiento que haya sido cambiado para estos tiempos. Por ejemplo: “Odia a tu padre y a tu madre y te irá bien”. Si lo encuentra, enséñemelo y entonces cambiaré mis creencias.
Los cristianos debemos asumir el màs serio compromiso de vivir basados en los valores absolutos. Ninguna persona que se considere cristiana tiene la libertad de vivir como desea ni de actuar o tomar decisiones sin que estas pasen por el filtro de los valores absolutos basados en la Palabra de Dios. No tratamos de imponerles nuestros valores a otros individuos, pero debemos usar todos los medios legales a nuestro alcance para lograr que vivamos en una sociedad con una más alta moralidad. Los cristianos no solo debemos creer en esos principios, debemos vivirlos.
De ninguna manera estamos diciendo que todo lo que profesamos los cristianos, lo cumplimos. Nuestra lucha como todos los seres humanos es contra nuestra tendencia pecaminosa y eso incluye nuestras pasiones desordenadas. El apóstol Pablo reconoció que había una batalla dentro de sí mismo, y que lo que no quería hacer a veces hacía, y lo bueno que quería hacer, no siempre lo realizaba. Esa también es nuestra batalla y nada màs fuerte que la que sostenemos en el aspecto moral. Es cierto que no cumplimos con todos los valores divinos, pero el cristiano es alguien que lucha permanentemente por cumplirlos y que tiene dolor cuando no ha podido hacerlo.
No existe persona màs débil que el individuo religioso que cree que tendrá fortaleza para vencer la tentación practicando ciertas rutinas que le produzcan satisfacción. Porque no es como yo quiero hacer mis disciplinas espirituales para “quedar bien con Dios”, sino como Èl lo pide. Por algo es Rey. Aunque es imposible evitar todo pecado, quienes resisten regularmente la tentación tienen intimidad con Dios, se apropian de las verdades bíblicas diariamente y huyen de las tentaciones sabiamente, porque esperan la Ayuda del Cielo para lograr salir victoriosos un dìa màs. Solos no podemos, mis amigos, necesitamos la fortaleza del Espíritu Santo obrando a nuestro favor.
SOLI DEO GLORIA