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martes, noviembre 26, 2024

Esto va a doler…

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¿Qué está pasando con los jóvenes y niños de esta generación? ¿Por qué tanto anarquismo, violencia, abusos, drogas, vicios, abortos y divorcios? ¿Quién ha culpado: ellos o nosotros?

Si usted es adulto, es decir, si tiene màs de cuarenta años de edad, tendrá que recordar algunos antecedentes de su generación que son relevantes para saber qué mundo les hemos entregado a las futuras generaciones.  Si usted tiene menos edad que esto, le contaré en forma muy breve como era la vida en mis paìs, en aquellos tiempos:

Para ver televisión había que esperar hasta las cuatro de la tarde y verla en blanco y negro, si yo quería cambiar un canal de televisión, tenía que levantarme de la cama y si no me levantaba a apagarla, se quedaba encendida toda la noche sin ningún programa, solo se veìan estrellitas o un molesto sonido que no dejaba dormir.  Para buscar una ilustración de historia en mis deberes de la escuela, tenía que ir a la biblioteca y buscar la información yo solito. Nuestros zapatos cuando necesitaban arreglo, íbamos al hombre que los arreglaba. Si necesitaba un pantalón, me llevaban al sastre y me tomaban medidas. No existía el crédito, por lo tanto, si quería algo para mí, tenía que ahorrar.  Las parejas no se casaban con todo lo que necesitaban y daban inicio a una vida compartida con un sinnúmero de desafíos por cumplir.

Ustedes se preguntarán qué tiene que ver esto con la nueva generación. Pues tiene que ver mucho, porque eso formò una generación cuyos logros se basaban en el esfuerzo, en el concepto de espera y en la paciencia. Fue una generación basada en el rigor, pero que siente que sufrió mucho debido a la rigidez con la que fue educada.  Esto condujo que inconscientemente intentaran facilitarle la vida a sus hijos. 

Hoy les ponen internet, Google y redes para que hagan sus deberes. Copy-paste. Esto es todo. Los jóvenes de hoy ya no investigan, no estudian ni se esfuerzan para lograr sus metas. La impaciencia gobierna la existencia de nuestros niños.  Si bien la ley que màs tiende a aplicar el ser humano es la del menor esfuerzo, es asunto de mayor importancia notar que esta ley rige con propiedad y esplendor entre las nuevas generaciones. Y todo esto, gracias a la impaciencia. Nuestros hijos o nietos tienen poca tolerancia a la impaciencia, no saben aburrirse y hay que entretenerlos como si eso fuera un deber del adulto.  A eso hay que sumarle la pereza o el fastidio que también los gobierna desde que amanecen hasta que se acuestan.  No quieren esperar, lo quieren todo y de inmediato, se aburren pronto y necesitan cambiar rápido de objetivo porque de otra manera no les interesa seguir esforzándose.  Y, en medio de todo esto, están los padres que se sienten culpables porque no les pueden satisfacer sus demandas. 

Padres, una voz de alerta: les estamos haciendo la vida demasiado fácil y, por si fuera poco, el sistema no nos ayuda en nada, todo es veloz, fácil y, aparentemente, los mejores resultados se obtienen sin esfuerzo, no hay para qué esperar si por una cómoda cuota puedo conseguir el producto que quiero o en internet puedo obtener la información que necesito.

Es la “generación on-off”, todo lo prenden y lo apagan y esperan que el mundo funcione igual. Esto está generando que sus relaciones sean rápidas, intensas en todo sentido y desechables como todo lo que los rodea: ¿Quedó embarazada la niña? que aborte. ¿Salió mal la pareja? que se divorcie. ¿El niño no quiere leche en el desayuno? Dele lo que pida. Parece que tengo una visiòn equivocada de los jóvenes de hoy, pero la verdad no es así, siento que es una generación que tiene miedo a crecer, que teme ser como nosotros que estamos tan ocupados trabajando y trabajando que ya no hay tiempo para ellos. El dinero lo arregla todo, menos llenar sus corazones. Nuestros jóvenes no tienen un ejemplo a seguir. No tienen la disciplina que necesitan para ser enderezados, no pueden confiar en que sus padres los corrijan y les enseñen los valores que la vida les exige. Ellos no quieren copiar a una generación que, dicho por ellos mismos, no hace nada importante, solo cosas urgentes, que anda enojada siempre, que olvidó sus ideales y que trabaja todo el dìa sin saber por qué.   Esa es la realidad de esta generación. Y los culpamos de rebeldes, de irresponsables, que no quieren esforzarse, que no quieren hacer nada bueno, y no nos damos cuenta que eso es precisamente lo que ellos opinan de nosotros los adultos.

Entonces, ¿quién ha culpado? ¿Ellos? ¿El gobierno? ¿La iglesia? No, papás, hemos culpado nosotros porque le hemos delegado a la sociedad la obligación de educar, de disciplinar y enseñar los valores eternos que nuestros hijos necesitan. Por algo dijo Dios: “Y enseñarás estas palabras a tus hijos cuando…”

SOLI DEO GLORIA

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