Jeremías 33:3
“Clama a Mí y Yo te responderé,
y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.”
Recuerdo que cuando no conocía sobre la oración, no sabía qué expresarle a mi Padre, y esa fue una de las barreras principales por las cuales no oraba; la Biblia fue mi fuente primaria para evacuar todas mis dudas sobre la oración.
Antes que nada, necesitamos saber que es orar. Jesús nos muestra que la oración es sencillamente “hablar” con Dios nuestro Padre, es llegar a los pies del Señor y descargar todas esas dudas, inquietudes y problemas que nos rodean.
Una amada hermana, muy especial para mí compartió esta gran verdad sobre la oración: que orar es una gran necesidad para nuestras vidas. Nuestro Jesús lo reitera. Somos nosotros los beneficiados cuando oramos pues podemos desahogar absolutamente todo. Nosotros somos los que necesitamos de su amor, gracia, misericordia, compasión, ayuda … ¡Jesús nos manifiesta que no desmayemos, que lo hagamos SIEMPRE!
Lucas 18:1
“También les refirió Jesús una parábola
sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar.”
Cuando he atravesado tristezas y aflicciones, he podido experimentar la grandeza y bondad del Señor, pues he llegado a Su presencia, temerosa, con las lágrimas a punto de brotar, desesperada, angustiada y… ¡que deleite es experimentar casi de inmediato esa paz, consuelo y tranquilidad, que sólo Él nos puede dar!
Orar es:
- Hablar y acercarnos a Dios nuestro Padre, con nuestras propias palabras.
- Establecer una comunión íntima con el Padre.
- Platicar con Él y contarle absolutamente TODO de nuestra vida.
- Conversar con tu mejor amigo, que te ama incondicionalmente.
- Decirle nuestras rebeliones y pecados sin tapujos.
- Contarle a Él, nuestras debilidades, inquietudes, tristezas, alegrías, preocupaciones, necesidades.
- Conectarnos íntimamente con ese «Ser Majestuoso, Poderoso y Misericordioso».
- Pedir auxilio con la certeza de recibirlo.
- Adorar, agradecer, alabar y exaltar al Señor.
- Interceder por otros.
- Derramar tu corazón delante del Señor
- Clamar por la misión de Dios aquí en la tierra, para anunciar las virtudes de Aquel que nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable.
- Orar es ejercer nuestra facultad en Cristo de llegar al Trono de la Gracia y saber que Nuestro Padre Eterno extenderá amorosamente su mano llena de misericordia hacia nosotros y nos redimirá de nuestros pesares y ansiedades.
La oración es sencillamente… ¡El derramamiento de nuestro corazón ante el Creador! Jehová escucha toda oración sincera y tiene compasión por sus hijos e hijas. Es importante comprender y entender que Dios está junto a nosotros cuando oramos y que Él está cerca de todos los que de verdad le buscan.
En mis años de juventud, cada vez que tenía un problema, corría a buscar a alguien para hacerle mi confidente y, quizá, por último, llegaba ante Aquel que debió de haber sido el primero: el Señor. Y no quiero insinuar que sea malo pedir consejo a alguien que nos pueda ayudar, sino simplemente insistir en buscar primero “el reino de Dios y su justicia” y clamar en oración su guía y su consejo.
David fue un hombre que derramaba su alma delante de Dios, ¿qué hacía él?: David hablaba con Dios ¡en todo momento! Siempre y para cada situación en su vida, David hacía una oración.
- Oró cuando estaba en angustia:
Salmo 142:1,2
-Oraba con sinceridad:
Salmo 145:18
-Oraba cuando había pecado:
Salmo 32:5
-Oró cuando estuvo enfermo:
Salmo 6:2,4
-Oró cuando estaba agradecido:
Salmo 100:4,5
-Oraba cuando estaba gozoso:
Salmo 43:4
Supliquemos al Señor, tener una vida de relación e íntima comunión con Él, que nos impulse a deleitarnos en Su presencia y en Su palabra, así como el Rey David.
¡Orando es como ganarás las batallas!
