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viernes, abril 26, 2024

UNA IGLESIA RELEVANTE

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¿Qué se espera de una iglesia en su sociedad? ¿Es que la iglesia es el “opio de los pueblos” cómo dijera Marx? O ¿Tal como dijera el Señor Jesús es el pueblo que es verdaderamente libre por conocer la verdad?

Mucho tiene que decirse de la iglesia, a favor y en contra, pues como comunidades de fe, vemos en Dios el autor de la vida y solamente en Él la solución a los problemas que tanto nos aquejan, no de manera pasiva, sino de manera activa y además, sobrenatural. Pero a veces la iglesia pierde su enfoque.

Sin embargo, cuando hablamos del rol de la iglesia, hay dos facetas que debemos estar vigilando y procurando cumplir con la mayor responsabilidad posible.

  1. El rol profético. Anteriormente, los profetas eran enviados por Dios para dar el mensaje de denuncia a su pueblo. Un profeta era una persona que conocía el mensaje de Dios y conocía la realidad en medio de la cual estaba su pueblo y luego de un proceso de discernimiento hacia las aplicaciones, denuncias y declaraciones necesarias para que el pueblo del Señor se arrepintiera de su mal camino, se volviera a Dios y rectificara su proceder. Esta es una responsabilidad a la que no debemos renunciar como Iglesia de Dios y que debemos prepararnos de la mejor manera posible para que nuestras declaraciones sean comprensibles a las personas con las cuales convivimos sin tergiversar, cambiar o reducir el mensaje de Dios.
  2. El rol modélico. Ejercer el rol profético sin modelar la nueva humanidad de la que nos hablaba John Stott (“La nueva humanidad: El mensaje de Efesios” EC 1987) es un mensaje vacío y sin coherencia. La iglesia debe ser el reflejo de lo que el mensaje de Dios expresa y anhela para toda la humanidad. Debe ser el lugar dónde el perdón, la reconciliación, la integridad, la honestidad, la pureza, la santidad, se predica, se aprende y se practica. En la medida que cómo iglesia solamente estemos haciendo un rol de denuncia, pero cada vez que nos vean solamente encuentran hipocresía, incoherencia, corrupción, deshonestidad, etc.; en esa medida nuestro mensaje no es creíble para los demás.

Es el momento de preguntarnos como iglesia ¿Cómo estamos? ¿Estamos haciendo las denuncias de parte de Dios que Él ha enviado para El Salvador? ¿Estamos viviendo como modelo de la humanidad que el Señor anhela para todos? Una sociedad justa, digna, respetuosa, productiva, balanceada, dinámica e integral empieza en una comunidad de fe que busca cada día predicar el mensaje de Dios para Su pueblo y vivirlo a toda costa y poniendo todo empeño en ello.

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