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viernes, marzo 29, 2024

Ayudemos a nuestros infantes a superar sus temores.

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Los profesionales de la salud mental dicen que el miedo es un mecanismo fisiológico de defensa, tal emoción aparece cuando la persona percibe un peligro que puede ser real o imaginario. Si la amenaza es real el miedo resulta beneficioso porque nos ayuda a estar alertas y a preservarnos, eso justamente es lo que cita el proverbio 22:3

El miedo es parte de nuestra naturaleza humana, lo experimentaremos en varias situaciones en nuestro paso por la vida. Pero fácilmente podríamos olvidar que nuestros hijos en etapa de infancia también tienen sus propios miedos y que como padres debemos ayudarles y motivarles a que hablen de estos, con nosotros, para poder instruirles como está escrito en el precepto para padres en Proverbios 22:6.

Revisemos alguno de los miedos que experimentan el infante entre las edades de 2 a 3 años, en esta etapa temen a ruidos muy fuertes como el de los truenos en días lluviosos; a separarse de mamá y papá, esta es la razón por la que lloran, al ingresar al kindergarten o cuando algún desconocido para ellos quiere cargarles, sumado a estos está el temor a los ruidos y movimientos de ciertos animales. Entre los 3 y 4 años, además de los miedos a personas desconocidas, ruidos y animales, y por no poder distinguir entre lo real e imaginario, temen a la oscuridad, a estar solos, a imágenes ficticias de dragones, serpientes fantasmas etc.  A partir de los seis y hasta los 12 años, en etapa de la escuela, le temen a ser ridiculizados, a las exigencias académicas de los padres, y a la crítica que fácilmente confunden con rechazo, entre otros. Para poder ayudarles, se vuelve importante darles confianza para que comenten libremente a que le temen, escuchar atentamente sin tomar a la ligera su temor por ridículo que nos parezca. Cuando manifieste cualquier tipo de temor, debemos mostrarles cuanto le amamos abrazándole cariñosamente y usando palabras suaves para su oído semejantes a “no temas yo estoy aquí” esto les hará sentirse protegidos, porque la dosis de amor que está recibiendo es más grande que el temor que siente. Recordemos que Dios usa palabras de esperanza para que descansemos en él, que abrazan nuestra alma y cualquier tipo de problema expuesto a Dios se vuelve insignificante porque al igual que nuestros hijos, todos los que creemos en Dios sabemos que nuestro padre celestial tiene el poder para librarnos de toda angustia (Isaías 41:10)

Jesús dijo “Dejad que los niños vengan a mí” todos los que tenemos la bendición de ser padres debemos hacer lo que Jesús hizo, acerquémonos a nuestros infantes proporcionándoles seguridad para enfrentar sus temores, así, crecerán libres, y esa debilidad de hoy, será su fortaleza de mañana.  De igual forma hagamos con nuestro adolescente; manifestemos cuanto le amamos y lo importante que es para nosotros; esto lo equipara para convivir con los demás seguro de su identidad.

Los hijos son herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa (Salmos 127:3)

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