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martes, abril 16, 2024

¿Pasando por un desierto?

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Lucas 4:1-2  “Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu en el desierto por cuarenta días, siendo tentado por el diablo”

Hay diferentes desiertos que el hombre puede experimentar: emocional, económico, corporal, relacional, familiar, espiritual y otros.  Durante el caminar con el Señor, Él nos lleva al desierto varias veces.  Es posible que tengamos que estar en un desierto por largo tiempo.  El desierto puede ser muy profundo, muy caluroso, muy frío, muy rocoso, con serpientes y escorpiones y otras fieras peligrosas.

Lo importante es saber que el trato en el desierto es algo positivo.  Si sabemos reaccionar correctamente en el desierto no vamos a morir allí, sino ser llevados a algo muy bueno porque nuestro Padre celestial, que nos llevó al desierto, tiene grandes propósitos para nosotros.

Lamentablemente a muchas personas les afecta pasar por el desierto.  A algunas se les muere la fe, a otros se les muere la relación con el Señor.  La razón por la que no aguantan la presión del desierto es porque no han aprendido a poner su confianza en el Señor en medio del desierto.  En lugar de someterse a su trato se rebelan con él con quejas y pelean con las autoridades que él ha puesto sobre ellos.

Jesus fue llevado al desierto por el Espíritu.  Pero también fue llevado por el Espíritu en el desierto.  No es lo mismo ser llevado al desierto que ser llevado en el desierto.  El que es llevado por el Espíritu en el desierto saldrá de él con victoria.

La mejor generación de la historia de Israel es la que saló del desierto.  El libro de Josué nos enseña el mejor momento de la historia de Israel.  No hubo apenas rebeldía en el pueblo.  Josué no tuvo que sufrir como Moisés, con un pueblo rebelde, que se quejaba en todo momento.  El desierto había hecho su efecto en las vidas de la generación que se crió allí y esa generación fue capaz de conquistar la tierra prometida.  Para que nosotros podamos conquistar la tierra prometida también tendremos que pasar por el desierto sin quejas ni murmuraciones.

El desierto es un lugar muy importante en el tato del Señor con nosotros.  Si logramos aprender la lección en el desierto, llegaremos a algo muy bueno, algo muy hermoso, algo muy valioso, mas allá del desierto.

Las Escrituras enseñan que el desierto es un lugar de tratamiento y de paso para ser tentado y humillado con el fin de aprender a depender de Dios y así poder llegar a algo mejor.  El desierto es un lugar de encuentro entre el Señor y el hombre y entre hombre y hombre. El desierto es un lugar donde el Señor quiere que el hombre le sirva con sacrificios de alabanza.

No debemos asombrarnos cuando el Espíritu nos lleva al desierto para ser probados y tentados por el enemigo.  Cuando usted está en el desierto no piense que algo extraño le está pasando.  Cuando está en el desierto no piense que el Señor le ha abandonado.  Cuando está en el desierto no piense que es demasiado malo.  Cuando esté en el desierto no piense que las cosas le están yendo mal.  Cuando este en el desierto no piense que los demás le han fallado.  Cuando esté en el desierto no piense que las cosas eran mejor antes.  Cuando esté en el desierto tenga por seguro que es un lugar necesario para todos los hijos de Dios.  Cuando esté en el desierto tenga por seguro que el Señor está con usted.

Cuando está en el desierto tenga por seguro que Él está trasformando su carácter.  Cuando esta en el desierto sepa que las cosas le están yendo bien.  Cuando esta en el desierto aprenda por seguro que hay personas que le aman. Sepa cuando está en desierto,  que hay sanidad para su cuerpo.  Cuando esta en el desierto tenga por seguro que el Señor le está llevando a un nivel más alto.  Cuando esta en el desierto tenga por seguro que no a estar allí para siempre, sino el mismo desierto le va a llevar a un lugar maravilloso, más allá del desierto, donde tendrá una revelación mayor de la Gloria del Señor.

¿Como salió Jesus de su propios desierto? ¡Listo para la batalla espiritual!  Salió fortalecido, sabiendo más a fondo que el Padre le había capacitado por vencer las tentaciones que -tristemente para nosotros-, aún no hemos podido vencer.

El desierto es necesario, útil e inevitable para los hijos de Dios.

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