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sábado, noviembre 23, 2024

El misterio del yugo

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Mateo 11:29 “Tomad mi yugo sobre vosotros…”

Cuando leemos los evangelios solo en la superficie, se nos escapan grandes enseñanzas que nuestro Maestro quiso dejarnos como una riqueza que perdurara en nuestros corazones. De todos es sabido que, como dijo el sabio en sus escritos: La Palabra de Dios es lo que realmente enriquece y no añade tristeza.

Sin embargo no hemos sido enseñados a leer más allá de lo que vemos en la tinta. Hay mandamientos que son fáciles de comprender, por ejemplo los diez mandamientos. No se necesita un Doctorado para entender que no hay que matar. Que no hay que robar. Esos son mandamientos fáciles de comprender. Pero hay otro nivel de ordenanzas y son de las que se necesita de un maestro para poder comprenderlas. Y, aún más, hay un tercer nivel que los sabios denominan “juk” o sea mandamientos difíciles de entender a menos que el Espíritu Santo nos los revele.  Entre esos jukim está lo que enseña Jesus con respecto al “yugo”.

¿Que significa la palabra “yugo”?

Todos sabemos que es un instrumento para aparejar un par de bueyes para que juntos trabajen el arado de la tierra, o que lleven la carreta que halan juntos. En una palabra, “yugo” es también una unión de dos personas que, juntas, pueden lograr lo que solo uno de ellos no puede alcanzar.  Yugo, entonces, es aquello que me une a un compañero para andar juntos, uno al lado del otro y así, alcanzar metas y propósitos que nos hagan crecer y desarrollarnos.

Por ejemplo: Cuando los israelitas en el desierto, a la tardanza de Moisés cuando estuvo en el monte con Dios, se hicieron un becerro de oro para que los acompañara en su camino por el desierto. Lo que le dolió al Señor y a Moisés no fue solamente el becerro, sino lo que esto significaba, que era que ellos  -los israelitas-, habían dejado de andar con Dios y se habían hecho otro dios para unirse a él en el trayecto de su camino. Habían roto el yugo que los unía con el Señor y habían aceptado llevar otro yugo con la divinidad egipcia con forma de becerro.  Lo que realmente estaban diciendo era: No queremos andar con el Señor, queremos alguien a quien podamos ver, palpar y sentir cerca de nosotros.

Hoy se repite la historia en muchos cristianos: No se unen al Señor en el mismo yugo con él sino que tienen otro sistema de valores al cual se han unido para que les acompañe en su diario caminar. Puede ser dinero, fama, prestigio, amistades y muchas cosas más pero menos el Señor.

Es por eso que el Señor nos dijo: “Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mi…”

Pero una metalectura de la palabra “yugo” también tiene otro significado y es el estado del matrimonio.  La palabra “cónyuge” se compone de dos palabras: “con yugo”, eso quiere decir que en un matrimonio el hombre se ha unido con una mujer para formar una pareja que se denomina “cónyuge” o sea, que estamos unidos en el mismo yugo.

Y aquí está la enseñanza: Para que nazcan niños, se necesita un par de “cónyuges” o sea un hombre y una mujer. Solo una pareja formada por hombre y mujer pueden traer niños al mundo. Un hombre casado con otro hombre no forman un “cónyuge”, tampoco una mujer con otra mujer porque ambos no pueden traer niños al mundo, por lo tanto, tampoco pueden ser cónyuges. Donde quiera que un hombre se une con una mujer, se preserva la vida humana, se preserva la vida.  Se obedece el mandamiento de Dios dado en Génesis.  Pero cuando un hombre se une a otro hombre, cuando ambos se mueren, no dejan descendencia porque sencillamente no pueden engendrar hijos.  Lo mismo sucede con las mujeres. Cuando acaban su vida, se termina su relación y no han dejado ningún niño para la posteridad.

Es por eso que hoy estamos viendo que los gobiernos, para terminar con la natalidad, están permitiendo que hombres se casen con hombres y mujeres con mujeres, para que no nazcan más personas, usando todos sus recursos y posibilidades financieras para lograr que ya no haya más niños en el mundo. Es el mismo principio de Faraón solo que con otro sistema de leyes.  Eso es lo que están haciendo en las grandes instancias, llevando a estas personas como corderos al matadero, sin darse cuenta que están obedeciendo agendas escondidas que solo les interesan al estado.

Ignorar las palabras de nuestro Maestro Jesus nos traerá muchos dolores y frustraciones con respecto a nuestros hijos que están siendo bombardeados con ideas puramente satánicas.

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