POR JULY DE SOSA
Todos tenemos diferentes tesoros guardados por los cuales hemos trabajado y otros que hemos recibido como herencia, hay quienes guardan joyas, antigüedades, uno o varios utensilios heredados de seres queridos que ya no están, álbumes fotográficos etc. No obstante, dichos tesoros un día los perderemos o dejaremos cuando nos toque partir, debe de ser por esto que Jesús en el sermón del monte dijo: “No os hagáis tesoros en la tierra”.
Pero existe un tesoro escondido, que únicamente se puede encontrar cuando la luz del evangelio alumbra nuestro camino a la vez que transforma nuestros pensamientos y hechos, por el poder de Jesucristo actuando en cada cristiano practicante del evangelio. El capítulo 13, de las buenas noticias que nos presenta el evangelista Mateo, nos enseña acerca de este tesoro que es el reino de los cielos, del cual Jesús hizo tres interesantes semejanzas diciendo (V.44.) El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene y compra todo el campo. (V.45) También el reino de los cielos es semejante a un comerciante que busca buenas perlas; y al hallar una piedra preciosa, fue y vendió todo lo que tenía y la compró. La última semejanza del reino de los cielos la cierra con una afirmación (V. 47) El reino de los cielos es semejante a una red que, echada al mar, recoge toda clase de peces. Cuando esta llena, la sacan a la orilla, se sientan y recogen lo bueno en cestas y echan fuera lo malo. Así será al fin del mundo: Saldrán los ángeles y apartarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
¡Qué maravillosa! Enseñanza del reino de los cielos, el comentario de Matthew acerca de esto dice: El reino de los cielos presentado como un tesoro escondido en el campo, enseña que muchos son los que toman el evangelio a la ligera conformándose solo con la superficie, pero aquellos que escudriñan las santas escrituras, descubrirán el tesoro escondido que vuelve ese campo, indeciblemente valioso, se apropian de él restando importancia a todo lo que tienen que dejar para obtenerlo.
Todos los humanos tenemos diferentes ocupaciones unos serán ricos, otros honorables y otros serán doctos, Pero muchos son los equivocados tomando falsificaciones por perlas legitimas, Jesucristo es la perla de gran precio, teniéndolo a él, tenemos lo que necesitamos para ser gozosos aquí y ahora y por la eternidad. Cuando el pecador convicto ve a Jesús como su suficiente salvador personal, todo lo demás pierde su valor.
El mundo es un mar ancho y los hombres son como peces, predicar el evangelio en medio de este mar es echar una red, para pescar algo para la gloria de quien tienen la soberanía sobre este mar, los hipócritas y los cristianos serán separados. Desgraciada es la condición de quienes, entonces, serán echados fuera.
¿Notó usted?
Que desde el instante mismo que confesamos con nuestra boca lo que creemos en nuestro corazón que Jesús es el Señor. El reino de los cielos se hace visible para nosotros y encontramos ese tesoro que antes estaba escondido. Que nunca más tendremos necesidad alguna que valga la pena para perder nuestro gozo, porque tenemos la perla de gran precio. y que él día llegará en el que seremos juzgados, por tal motivo debemos ser cristianos practicantes del evangelio sin descuidar nuestra salvación, porque escrito está ¿cómo escaparemos si descuidamos una salvación tan grande? (Hebreos2:3)
Cuidemos el mayor tesoro que tenemos los cristianos
“El cielo de Dios abierto para nosotros y para todos los que han de ser salvos”