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viernes, marzo 29, 2024

El castigo de nuestra paz cayó sobre ÉL.

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POR JULY DE SOSA

El profeta Isaías declara “más él herido fue por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades; el castigo de nuestra paz cayó sobre ÉL”. En la pasada semana los cristianos conmemoramos la muerte y la resurrección de nuestro salvador; cada uno a su manera y creencia, pero el fin fue el mismo, reflexionar en el sacrificio de Jesús por la humanidad. De mi reflexión personal rescato “la paz con Dios el padre” que Jesús humillándose así mismo con su obediencia, hasta la muerte y muerte de cruz, conquisto para nosotros.

La paz os dejo, mí paz os doy. (Juan 14: 27) crecí escuchando esta frase en la iglesia. Pero fue hasta que por voluntad propia decidí rendir mi vida a Cristo, y nutrirme de su palabra escrita, que entendí el significado de esto. A causa de nuestros pecados estábamos enemistados con Dios el padre y nuestro destino era el castigo eterno lejos de su presencia. Pero Jesús cambio ese destino oscuro por la luz de su presencia en nosotros y con nosotros. Ciertamente vivimos en un tiempo que pareciera que la paz entre los unos con los otros, dejo de ser prioridad para muchos, y cada uno hace su parte para erradicarla cada día, basta con salir de nuestras casas, para encontrarnos en el caos de todos los días; gente arrebatando vidas por dinero, odio, envidia, o por el simple deseo de matar.  Otros, luchando en el trafico por llegar primero ignorando las señales de cortesía en las calles como “ceda el paso” “conduzca con precaución” “respete las luces de los semáforos” entre otras. La cifra de fallecidos por conducción peligrosa cada día supera al anterior, y que decir de los asesinatos frutos de la poca tolerancia de algunos que de forma irresponsable portan un arma de fuego en las calles y no dudan en usarla en contra de quien se atreva a sobrepasarles, o ganarles un estacionamiento. Lamentablemente, la violencia que se respira en cada rincón de nuestro pulgarcito de America ha logrado penetrar en las casas y destruir familias, al grado que las discusiones entre parejas han dejado niños huérfanos de madre en su mayoría. ¡La paz os dejo! Es igual a decir “Si Dios es con nosotros, ¿Quién contra nosotros? El que no escatimó a su propio hijo, si no que lo entrego por todos nosotros, ¿Cómo no nos dará también con él todas las cosas? Romanos 8:31. Conociendo esto, entendemos que la paz, a la que se refiere Jesús, no tiene que ver con los placeres que este mundo pueda darnos como dinero, posesiones, matrimonios exitosos, hijos sobresalientes, etc. La paz que debemos respirar a diario es aquella que nos da el sabernos pertenencia de Cristo.

“Mí paz os doy” la paz que nos reconcilio con Dios padre. 2Corintios 5:17,18. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación… ¡Maravilloso!

Grande y único es el tesoro de la paz que tenemos con Dios y que como cristianos debemos extender hacia nuestro prójimo. ¿Qué le parece? Si tomamos nuestra responsabilidad en cuanto a esto, y desde, hoy, hacemos lo que nos corresponde del verso que cita: Si es posible en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios: porque escrito está: Mia es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.   Romanos 12:18,19.

Bienaventurados los que procuran la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. (Mateo 5:9)

¡Shalom!

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