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miércoles, mayo 1, 2024

Lo que se aprende en tiempo de duelo.

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El sentimiento de dolor que se activa con la pérdida de un ser querido es algo indescriptible con simples palabras y solo aquellos que lo han experimentado Pueden entender a que clase de dolor me refiero y el frio de ausencia que lo acompaña; sin embargo, ese tipo de dolor no se debe de ignorar, medicar, anestesiar, drogar o alcoholizar. Si no más bien debemos y tenemos que permitirlo, para aprender a vivir con ese sentimiento que nos acompañará el resto del camino. Recientemente alguien me pregunto ¿en cuanto tiempo dejaré de sentir este dolor? le conteste con otra pregunta ¿Podría alguien saber eso? El duelo, luto o dolor por tu perdida, no tiene un tiempo estipulado en algún manual de supervivencia elaborado por un especialista en el tema. Porque ese dolor ahora es parte de tu vida y debes aprender a vivir con él, pero no, para sufrir si no para honrar la memoria de tu ser querido que partió. El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional, dolor es lo que sentimos sufrimiento es la causa de la interpretación que le damos a ese dolor. Hace seis años perdí a mi madre y en este largo tiempo sin ella, aprendí a vivir en la afirmación de que “a los que amamos a Dios todo nos ayuda para bien” comparto parte de lo aprendido por el genuino deseo de alentar a quien este en este momento en etapa de duelo. Lo primero que deseo compartir es que las veces que intente luchar contra el dolor de su ausencia, este se transformaba en sufrimiento, por lo que decidí mirarlo de frente, aceptarlo y usarlo para construir una nueva relación con el recuerdo de mi madre que vive en mí memoria; la muerte puso fin a su vida terrenal, pero ella estará conmigo hasta que mí memoria sea puesta en modo olvido, al igual que la de ella como lo dice Eclesiastés 9:5. Aprendí que ese tipo de dolor no es un problema a resolver por eso los consejos de cómo superarlo no sirven y menos si vienen de personas sin experiencia del tema. El duelo es individual y no grupal, cada miembro de la familia lo vive diferente, obviar eso sería un grave error. Buscar una respuesta al ¿por qué sucedió? No minimiza el dolor. Hay días que me siento bien y otros, lloro recordándola lo cual me parece bueno, porque el dolor me hace recordar que tengo un corazón rebosante de amor para ella lo que la mantiene viva en mí. Dios por medio de este dolor me permitió tener oídos agudos para escuchar con claridad el dolor de otros que nunca, antes escuche. Solo cuando hemos pasado este camino de dolor podemos en un funeral decirle a alguien “estoy contigo porque ya pasé lo que tú estas pasando hoy” reconociendo que ese dolor le pertenece únicamente a quien lo esta atravesando, todos los demás solo son compañía y deberán adaptarse a las necesidades del doliente y no a lo que ellos crean que necesita, cada persona es diferente; y como antes mencione el dolor no es un problema que necesite solución, y menos es una etapa que se tenga que superar, el dolor por la perdida de un ser querido es una experiencia emocional y espiritual que hay que aceptar y atravesar, una pregunta que no tiene respuesta pero forma parte del ciclo de la vida. El duelo desde mi percepción es como las olas del mar que a veces crecen y su ímpetu me arrastra, pero su furor cesará y volveré a estar en calma, hasta que otra gigantesca ola de dolor, vuelva a levantarse. Lo último que deseo mencionar es la maravillosa oportunidad que en mí tiempo de duelo he tenido de conocer a Dios como mí consolador y llenar con su presencia ese vacío tan grande. “Ciertamente él hace mis pies como de sierva y en mis alturas me hace andar” 

En nuestro paso por la tierra tarde o temprano todos perderemos a un ser querido porque eso es parte de los ciclos que debemos aprender a vivir. Y no pretendo con lo anterior brindarle una guía a seguir, a quienes perdieron un ser querido, únicamente hacerle saber que no está solo o sola, 

somos muchos transitando ese camino, pero las fuerzas para avanzar solo las encontramos, en Jesucristo que nos hace más que vencedores en él. 

La paz del señor inunde todo su ser.

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