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viernes, abril 19, 2024

Aliméntate con el pan de vida.

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El ejercicio constante de la fe en Cristo es sin duda la parte más difícil de la obediencia que como hijos de Dios debemos de practicar, en tiempos difíciles como el presente, en el cual la incertidumbre por el estado actual y de lo porvenir, generan dudas que agolpan en la mente y más en las escasasde pan de vida. Razón por la que entre nuestras necesidades cotidianas a suplir están la lectura comprensiva de la palabra escrita de Dios y el dialogo personal con él, como alimento de nuestra alma y espíritu.

El evangelio de Juan narra la maravillosa enseñanza que Jesús dio a las personas que fueron testigos del milagro de la multiplicación de cinco panes y dos pescados con los que alimento a más de cinco mil, personas, quienes después de esto, le siguieron hasta Capernaúm, hallándolo le hicieron una pregunta que él respondió con una amonestación “De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no por que habéis visto las señales, si no porque comisteis el pan y os saciaste” trabajad no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, la cual os dará el hijo del hombre. Cuando ellos le pidieron una señal para creer que era el enviado de Dios comparándolo con Moisés que dio el maná en el desierto a sus antepasados, Jesús dijo: Moisés no os dio el pan del cielo, pero mi padre os da el verdadero pan del cielo, porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo “yo soy el pan de vida” el que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás.

Id a Jesús y creer en él significa lo mismo. Jesucristo muestra que él es el pan verdadero y es para nuestra alma lo que el pan natural es para el cuerpo, nutre y sustenta la vida espiritual de todo creyente. Razón por la que debemos asirnos de él en todo tiempo. 

Ciertamente cuando aceptamos ser capacitados por la gracia de Dios para llevar una vida de fe en su hijo nuestro Señor Jesucristo, es cuando comprendemos que Jesús es el pan que vino del cielo y, el origen divino de todo lo bueno que nos viene por medio de él.

El alimento natural de ahora al igual que el maná en el desierto, sirve únicamente mientras tenga vida el cuerpo; pero Jesucristo como pan de vida es alimento eterno y el que coma de él no morirá nunca. Como escrito está “el que coma este pan vivirá eternamente” (Juan 6:58)

Conociendo esto es deber de todo creyente aprender y recibir la gracia de Dios y asentir a la promesa.

¡SHALOM!

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