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martes, abril 8, 2025

La cortesía de Abram

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Génesis 12:8 “De allí se trasladó hacia el monte al oriente de Betel, y plantó su tienda, teniendo a Betel al occidente y Hai al oriente; y edificó allí un altar al SEÑOR, e invocó el nombre del SEÑOR”

Este Abram es único. No lo digo a la manera judía ni musulmana ni india. Porque para ellos, este hombre es su Patriarca favorito. No van por allí mis tiros. Lo que quiero decir cuando digo que es único, es porque tiene unas actitudes que cuando leemos la Biblia y su historia se nos pasan por alto muchos detalles de su personalidad y estilo de vida. 

Siempre vemos a este gran hombre como lo menciona Pablo, “el padre de la fe”, pero casi nunca lo vemos interactuando con su esposa y sus siervos que le acompañaban a donde quiera que iba. Lo vemos levantando altares, intercediendo por los pecadores de Sodoma, defendiendo a su sobrino Lot y es es cierto, pero para mi, que me dedico a estudiar la conducta humana, encuentro otros detalles que me admiran y me desafían.

Porque casi nunca lo vemos como un hombre de carne y hueso. Lo hemos elevado tanto a un nivel superespiritual que se nos pasa por alto que también era un hombre de sentimientos, un hombre de rasgos tan humanos que nos sorprendería descubrir a fondo quien era realmente este caballero. 

Para empezar, Abram no era cualquier hijo de vecino. Abram era un hombre de linaje. Su nombre significa “padre exaltado”.  Estaba casado con una princesa. El nombre Sara viene de la raíz Sar que significa “princesa, príncipe, alguien con poder y autoridad”.  Su hermano Nacor, por su lado se casa con una mujer llamada Milca, que significa “reina”. De ella vino con el tiempo su nieta llamada Rebeca, otra princesa que aparece en la genealogía real de Abram casada con su hijo Isaac. 

Como vemos, la vida, historia y familia de Abram era de origen real. Por algo Dios lo escogió para empezar una nueva historia despues del diluvio en los tiempos de Noé. Dios escoge a sus príncipes para hacer grandes cosas. Y, por el hecho de ser injertados a ese linaje, se espera que nosotros, sus herederos al día de hoy, actuemos bajo ese prisma. Tratar de vivir como lo que Dios dice que somos: Reyes y sacerdotes para nuestro Dios. No somos cualquier cosa caballeros evangélicos. 

Pero el nombramiento lleva responsabilidades. La conducta nuestra debe ser de ejemplo para la siguiente generación.  Se espera de nosotros que dejemos huella y ejemplo para los que vienen detrás. Tristemente hay que reconocerlo, muchos pastores y líderes han dejado mucho que desear con sus estilos de vida. Se han mezclado tanto con el mundo que han sido absorbidos por ese sistema y han perdido de vista quienes dijo Dios que eran. De reyes y sacerdotes se rebajaron al nivel de plebeyos y vulgares hombres y mujeres del mundo.

Siguiendo con el ejemplo de este gran hombre que fue Abram, aquí está el drash: Abram era un peregrino. Siempre anduvo de un lado a otro buscando la dirección de Dios cuando le ofrece la tierra que tiene delante de él. En cada lugar a donde llega, lo primero que hace es levantar un altar a su Dios. Invoca su Nombre para hacerle saber a los habitantes cananeos que ocupaban aquellos lugares, que esa tierra era propiedad de su Dios y de quien él quería que la tuvieran. De manera que hasta este momento, ni Abram, Sarai y Lot con su gente, no han tenido un lugar fijo donde vivir…

Hasta que llegan a Betel. Casa de Dios Y allí pone su tienda…

“Tienda” en hebreo bíblico se escribe Ojel. Pero en los originales está en femenino: “ojelá” que significa “la tienda de ella”.  ¿Qué significa esto? Esto nos muestra un detalle muy fino y especial en la conducta de Abram. Tanto él como su esposa han andado errantes por mucho tiempo. Pero ahora llegó el momento de hacer un alto en su peregrinar. Van a pasar un buen tiempo en “la Casa de Dios”, por lo que al llegar, desempaca sus cosas, empieza a armar sus tiendas, pero primero levanta la “tienda de ella”, de Sara. 

Aquí está la lección para nosotros: No porque seamos la cabeza del hogar. No porque seamos los grandes pastores de la iglesia, no porque seamos los hombres bravos y gritones debemos olvidar que siempre, siempre, la primera persona que debe estar cómoda, bien atendida, con sus cosas en primer lugar, deben ser las de nuestra esposa. Lo primero que hace este gran hombre de Dios es darle el primer lugar a su esposa. Arma su tienda para que tenga allí sus pertenencias. Ahora entendemos por qué Sarai le llamaba “mi señor” a su respetuoso y amable esposo. ¿Estamos viendo el ejemplo, caballeros?

Como dicen los gringos: “mama´s happy, everyone is happy”. Si mamá está feliz, todos estamos felices. Nada nos cuesta lograrlo. Y ganamos mucho.

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