La ira es una emoción, que no es ni positiva ni negativa, tiene la función de defendernos ante alguna injusticia, el problema no es la ira en sí, sino las consecuencias que puede traer no expresarla adecuadamente.
Cada niño vive las emociones de forma diferente, aunque la ira suele ser una de las emociones más difíciles de controlar, sobre todo a partir de los 2 o 3 años, ese período se puede alargar hasta la adolescencia si no se les enseña a nuestros hijos a expresarla de manera adecuada.
A partir de los 2 años los niños entran en una fase de oposición sistemática y terquedad, que pueden ser originadas por necesidades no satisfechas: falta de sueño, cansancio, enfado, frustración, aburrimiento, hambre, por demasiada estimulación o simplemente por imitación.
Durante este periodo los niños aún no tienen la capacidad suficiente para expresar con palabras todo aquello que quieren o necesitan, en su nivel de comprensión no entienden todo cuanto se les dice del mismo modo que lo hace un adulto, tienen dificultad para tolerar la frustración y les resulta complicado comprender que no pueden tener siempre lo que quieren, tampoco son capaces de verbalizar lo que desean, esto trae como resultado que expresen su emoción a través de los berrinches.
A esta edad es normal que los niños hagan berrinches, si bien es cierto que se deben tratar de un modo diferente según el nivel de comprensión y edad de cada niño, a estas edades por sí mismos los berrinches no son indicativos de ningún trastorno.
Si cuando realizan los berrinches para calmarlos se les da lo que piden o se hace lo que quieren, están aprendiendo que llorando o teniendo conductas explosivas llaman la atención y obtienen lo que desean, esta conducta es fortalecida y se establece como parte de su comportamiento.
La ira es una emoción difícil de manejar para los niños, ya que carecen en muchos casos de habilidades de autocontrol, cuando se entiende su conducta y se descubre la necesidad que la genera, se tiene la oportunidad para educar emocionalmente a los niños, para que entiendan los límites y desarrollen habilidades sociales que necesitan.
En la medida que el niño va creciendo, adquiere mayor autonomía, comprensión de normas y limites, mejora su manera de comunicarse, va aprendiendo habilidades para desarrollar autocontrol.
Como padres o adultos de referencia les ayudamos a expresar sus emociones de manera adecuada con nuestro ejemplo, manteniendo la calma, también podemos facilitar el aprendizaje de aspectos que fomentan su autocontrol, tales como: ponerle nombre a las emociones que siente, que reconozca como su cuerpo manifiesta estas emociones, ayudarle a relajarse, hacer actividades como deportes o ejercicios, enseñarle algunas actividades que le dejen explorar esas emociones: como dibujar, pintar o escribir, la técnica del semáforo, darse auto indicaciones, ser empático “ponerse en el lugar del otro”.
Si está interesado en aprender cómo ayudarle a su hijo, venga usted y su niño, en el Centro Integral de Salud le orientamos, pida una cita al 2519 2811 o visítenos en el Bulevar Constitución, Residencial Montebello # 51, Le esperamos, será un gusto atenderles.