Jesús dijo: Dejad que los niños se acerquen a mí y no se los impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.
En el marco de la celebración del Día del niño en nuestro bello país de El Salvador celebración nacional que busca reconocer los derechos de los infantes, gracias a la resolución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dada en el año 1959, y aunque la primera celebración fue un 20 de noviembre, cada país lo celebra en fechas distintas.
A la luz de la palabra escrita de Dios (Biblia) la niñez es muy importante, y es responsabilidad de los adultos velar, porque nuestros niños aprendan jugando todo lo que establecerá bases sólidas para su adolescencia y adultez, como responsabilizarse de sus actos, socializar en todo lugar, defender su identidad propia, tener siempre una meta que alcanzar, entre otros. La fragilidad de un niño demanda un respeto especial que muchos inconsciente o conscientemente se niegan a dar. Lo cierto es que hablar de niños es hablar del tesoro más grande que Dios nos ha encomendado para cuidar, amar, valorar y sobre todo respetar. Considero que este día rebosante de festividad alusiva a reconocer los derechos de la infancia, es propicio para reflexionar en el grado de respeto que estamos otorgando a los infantes que tenemos en casa. Ya que la línea que sirve de frontera para el irrespeto y abuso de sus derechos es tan fina que fácilmente la traspasamos y en la mayoría de los casos sin sentir la mínima culpa. Con palabras llenas de autoridad, pero carentes de paciencia y empatía hacia su inmadurez e inocencia. Dando más importancia al orgullo que provocan las ovaciones de “que bien has educado a tu hijo él es un ejemplo”. Que al comportamiento normal de la edad de nuestros niños. La biblia dice que nosotros a lo bueno le llamamos malo y a lo malo bueno. Conociendo esto es fácil considerar normal que se desee que un niño se comporte como un “adulto pequeño” a esa personalidad muchos le llaman ejemplo, pero ejemplo de ¿Qué? de “niño maduro” ese término ni debería de existir el niño es niño y por lo mismo es torpe en la mayoría de sus actos; torpeza atribuible a su condición de ingenuidad, y no, a su intelecto. O ¿ejemplo de niño educado? Esto es tema de conflictos entre adultos ya que la percepción de lo que es un niño educado muta de adulto en adulto. He conocido colegios, bueno yo misma, estudie en uno en el cual como niñas se nos prohibía reírnos a carcajadas, por ser considerado de mala educación, he conocido casos en los cuales los padres no les permiten a sus hijos ensuciar su ropa a la hora de jugar porque eso los marcará como niños “tremendos” una de mis hijas cuando era infanta hablaba sola y jugaba a la maestra con amigos imaginarios, muchos fueron los que me aconsejaron a llevarla con un psicólogo para que tratará su problema, situación que nunca vi como problema, sino como la fantástica oportunidad de desarrollo personal que ella tenía, pues siendo yo cristiana reconozco que Dios no improvisa con nosotros todo en nuestra vida forma parte de un plan escrito ya. Hoy en día esa niña ha comenzado su preparación en la universidad para obtener su título de profesorado y licenciatura en educación inicial y parvularia. Sin duda alguna, sus amigos imaginarios le ayudaron en la vocación que recibió de su creador. Como madre de dos niñas y abuela de otra, defiendo la maravillosa verdad de que cada niño es diferente y el tomarse tiempo para conocerle ver el mundo como ellos lo ven y reírnos juntos es lo que pone la magia a la fiesta que debemos de hacer de nuestra vida.
Dios bendiga a todos los niños del mundo y que los adultos decidamos aprender de ellos, para entender porque Dios les otorgo el reino de los cielos.
¡Feliz día del niño!